sábado

SONRISA CIEGA


“Ella tenía una sonrisa sin acertar, indolente, sin domicilio, una sonrisa ciega como una pisada. Después de algunos meses le dije: “Nena, hemos acabado. No se trata de aburrimiento fisiológico: lo que echo de menos en ti no es tu piel, sino tu ropa. Estas cosas hay que dejarlas antes de que nuestros besos nos pudran la boca ”.