martes

ESMALTE DE UÑAS

Era una gran mujer con un fino sentido del humor. Pero a ratos se abatía. Y entonces tenías frente a ti a una mujer de mundo cuya voz sonaba como si bebiese esmalte para uñas. Se equivocó de hombre. Vivió diez años con un tipo duro y tenaz que se afeitaba con el ventilador y esnifaba cocaína con un megáfono.
Bailábamos hasta la madrugada. La tomaba en mis brazos y era como meter la mano en una autopista. Pero cerraba los ojos y sentía como en el 74, cuando en las madrugadas del Rancho Criollo se me subía su alma a la cabeza y a mi cuerpo le tardaba el suyo, y con cuatro copas y al amanecer, íbamos al cementerio a echarle pan a los muertos.