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TECHO LITERARIO

Ya nadie resulta incómodo al poder, que lo subarrienda todo, incluso el talento. Puedes conseguir una subvención pública con cuatro folios y una grapa o con una tesis sobre el vapor como plusvalía de los mejillones. Y si no te editan una novela, es casi seguro que te encarguen un pregón gastronómico, que es ahora mismo el techo literario de nuestra cultura popular. A veces le da a uno por pensar que muchos de nuestros intelectuales renegados del oficio de luchar y desertores de la contestación y del incordio, han caído en una postración moral tan atroz que podrían aspirar legitimamente a que les concediesen la denominación de origen. Es tan descorazonador el panorama que a uno le da por sospechar que la mayor tajada del presupuesto de Cultura se emplea en la doma veterinaria de intelectuales.