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PROBLEMA DE COSTUMBRES


Mi problema no era de instintos o de deseos, sino de educación, de costumbres y de leyes. Era difícil relacionarse con las chicas porque la religión había inoculado en ellas una actitud defensiva frente a los hombres y era difícil acercarse tanto que el simple amago de un beso no me costase una sonora bofetada. En cambio eran permisivas con el acecho y no consideraban criminal que jaleases su porte o su belleza. Ahora todo es distinto Tienen la sensación de que el hombre representa para ellas una tentación a la que tienen derecho pero de la que conviene huir: han conseguido al mismo tiempo la rebelación y el recelo, de modo que temen que les ocurra aquello que tantas veces desearon que las sucediese.
Los políticos nos han desacreditado tanto a los hombres que, incluso para reproducirse, muchas mujeres prefieren tener sexo monoparental con ese semen de nevera en el que la mitad de los espermatozoides tienen “pluma” al mover el flagelo.